El castigo Divino y los "profetas autoanunciados"

La Bagarre y la "función catastrofista"

Siguiendo con la desmitificación de la "singularidad" de la TFP, pasemos a un elemento que algunos podrían considerar único de su doctrina: la Bagarre. No necesito explicar su naturaleza, su origen en determinadas interpretaciones de revelaciones privadas y sus diferentes analogados, que cubrían todas las gamas cromáticas y desembocaban en la Bagarre par excelence, constituída por un castigo de índole apocalíptica, telúrico y cuyo acaecimiento produciría un cambio cualitativo no sólo en las condiciones históricas de la Humanidad, sino incluso en su propia naturaleza ontológica, restaurándose alguno de los rasgos de la inocencia original.
Dejo por ahora el análisis de ese estado post-Bagarre o Reino de María, que merece un Tema aparte, dado que hunde sus raíces en una vieja línea de pensamiento, constituída básicamente por las diversas variantes de milenarismo, carnal y espiritual y que integra el dinamismo de pensadores tan disímiles como Joaquín de Fiore, los quakers y el mismo Marx, profeta de un milenarismo carnal judío secularizado. En cierto modo, el modelo de un Reino utópico adveniente en la intrahistoria forma parte del inconsciente colectivo de todo Occidente, como demostró lúcidamente Urs von Balthasar en el trabajo dedicado al abad calabrés. Por otra parte, una organización marcada por el culto a la personalidad de un narcisista evoluciona al compás del declinar biológico del lider, que suele vivir muy mal el envejecimiento y por lo tanto tiende a sincronizar su catástrofe biológica con la del mundo. Es un modo de no aceptación de la caducidad, una manera de proyectar el dolor narcisista sobre todo en alguien que permite que la leyenda urbana de su inmortalidad circule entre sus adlateres.
Yendo a la Bagarre, tampoco ésta es patrimonio de la TFP. Es común en las derivas sectarias la profecía sobre un castigo o catástrofe inminente, de la cual los integrantes de la organizacón serán preservados y los enemigos exterminados, modalidad de purificación que, como dijimos, entrega una sociedad nueva. Desde las sectas platillistas con las bizarras teorías de la abducción (los ET rescatan a los elegidos de un planeta tierra condenado a la destrucciòn) hasta los evangelistas fundamentalistas con su teoría del rapto (idem, pero en este caso Jesús), la catástrofe y el rescate son melodías que se repiten con infinitas variaciones. Sin olvidar a las fechas permanentemente prorrogadas de los Adventistas o los Testigos.
Lo cual hace sospechar que la catástrofe anunciada tiene alguna función psico-sociológica útil en una deriva sectaria, es un gadget al que se recurre. Más que una, tiene varias funcionalidades:
1) Cohesiona el grupo, desalentando las fugas. La Bagarre es una variante socializada del argumento intimidario individual de que quien abandona la organizaciòn se condena o le pasan todas las desgracias.
2) Fortalece, en un circulo vicioso, el profetismo del lìder: si profetiza la Bagarre es porque es un profeta, y si el profeta la anuncia, fatalmente ocurrirá. Aquí el problema es que si la profecía es muy vaga comienza a aflojar su función reforzadora, y si es muy precisa ... pues no ocurre, lo que obligó a Plinio a recurrir a toda la paleta cromática de Bagarres, a falta de la Bagarre par excelence.
3) Sirve para quemar las naves, y aislar aún más a los integrantes de la organizaciòn de su entorno social : si mañana advendrá la Bagarre, tienen poco sentido los lazos sociales extra tfp, la familia, la carrera, el trabajo... hasta pedir un crédito parece mandatorio, total...
4) Desalienta el surgimiento de liderazgos alternativos, dado que la catástrofe siempre va unida a una missio excepcional del líder, que normalmente no tiene la modestia de Moisés de ver la Tierra Prometida desde lejos.
En este último punto, suelen ocurrir las patologías más extremas (que afortunadamente no acaecieron en la TFP, lo cual habla de elementos estructurales menos patológicos). El líder pierde control de la organización al no realizarse la profecía de catástrofe inminente, surgen liderazgos alternativos, y entonces el lìder recurre a una prueba extrema que suele acabar en alguna tragedia (Jim Jones en los 70, Uganda en los 2000, etc.). En el caso de la TFP, parece que tal duelo de liderazgos no surge hasta después de la muerte del profeta -también esto  habla de un liderazgo sumamente eficiente y no disputado-  lo cual permite que la catástrofe mute en eucatástrofe y en una disociación de agrupaciones en la cual el mensaje catastrofista adquirirá nuevas connotaciones.  Pero esa también es otra historia.