viernes, 27 de agosto de 2010

O que somos nos

Tristísimo.

a) En el principio está el Niño Consentido, solito, que rescata sólo a su Mama y ojo que ella es liberal (id est, está bajo la influencia del padre, cuya elocuente ausencia apenas puede disimular). No hay Plinio Joven y Plinio el Viejo, la herida viene de aquí, no de los aduladores. Es un hombre frustrado entre el ideal delirante de su Yo y la falta de reconocimiento exterior. Muy clara la herida narcisista, con ese desgajamiento respecto del mundo/familia, ese extrañamiento y esa convicciòn prematura de elegido,

b) linkeado con esa exaltación de sí mismo,

c) nada senil. Está hablando un hombre de 50 y pico de años, profundamente frustrado por su irrelevancia social y cultural pero que a la vez está convencido de su grandeza, lo que se resuelve,

d) en una onanística convicción de ser el Elegido. El Neo de la Matrix.

e) Desgraciadamente, es de manual, de DSM-4. Muy triste cuando habla de su Grandeza, la verdad que da verguenza ajena. Qué triste habra sido para este tipo la vejez y la muerte. Me da un poco de lástima.

f) Es accidental la ideología, lo importante es la personalidad. Lo rellenó con una pseudo ideología católico-barroca-voluntarista, que se caracteriza por yuxtaponer lo divino y lo humano, sin la precisa noción de participación y de analogía del ser. Por eso, no tiene empacho en definirse como Mediador, Inerrante, etc. Hay cierto panteìsmo nominalista suareciano en la cabeza de este hombre.

Por momentos me recuerda a Hitler. Muchísimo en común las personalidades. Esas exaltaciones, esa megalomanía, esa aparente "ingenuidad" y "sencillez" en considerarse un gran hombre, esa dedicación a la Causa.

Muy serio eso de que no encuentra mala intención en él.

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